"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor"
De nombre Alonso Quijano, pasó a la posteridad como Don Quijote, obra y gracia de Miguel de Cervantes Saavedra. Sepan vuestras mercedes que quien empuñó espada primero y pluma más tarde, quedó marcado a fuego por un personaje entre cuerdo y loco, a caballo entre realidad y ficción. A lomos de Rocinante y con su fiel escudero Sancho Panza cual voz de la conciencia, recorrió caminos, villas, ventas y aldeas. Imperecederas con el paso del tiempo, las enseñanzas encerradas en cada capítulo permanecen vigentes 400 años después de la muerte de su autor.
Mérito ha de tener quien parió una historia y a dos personajes conocidos en el mundo entero, incluso por los que nunca pasaron del primer párrafo. Sólo dos de cada 10 españoles han leído completo El Quijote, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas.
La obra de Cervantes es el segundo libro más traducido del mundo por detrás de la Biblia. Con la Iglesia hemos dado, Sancho. No hay idioma sin su Quijote. Incluso existe una versión numérica. Jesús Hernández, un impresor madrileño, empleó 10 años en reescribir la obra cervantina por excelencia. Cada letra y signo de puntuación tomó un número del 0 al 99. Cifras y letras, unidas, dan un total de381.104 palabras diferentes a lo largo de los 126 capítulos.
Aunque 'deporte' no sea una de ellas, las referencias deportivas se suceden en la obra cumbre de la literatura española. Ya se sabe que donde una puerta se cierra, otra se abre. "Desde la primera página hasta la última es pura actividad física. Don Quijote es muy activo: monta a caballo, caza, usa la espada, ejerce de juez un combate de esgrima a la negra (sin posibilidad de herir al rival), acude a justas...
"He contabilizado más de 87 citas con temática deportiva", confiesa José Manuel Zapico, autor de un estudio sobre el pensamiento deportivo de Cervantes. Profesor de Educación Física, ya jubilado, Zapico escudriña la historia, la literatura y el arte en busca de la referencia deportiva más antigua vista en España. La encontró en los luchadores de Porcuna: una representación escultórica de dos judocas primitivos, con cinturones, protecciones y ropaje, hallada en la localidad jienense de Porcuna en 1975 y fechada en el siglo Va.C.
Cervantes no fue ajeno al deporte, entendido este como el historiador Miguel Pernavieja apuntó en su estudio de 1966: "Actividad de regocijo, diversión o recreo". En el Diccionario Etimológico de la lengua castellana se defiende que deporte viene del latín deportare. Término que significó "traslado" y luego denominó la "actividad al aire libre con objeto de hacer ejercicio físico". Aparece por primera vez en dos versos del Poema del Mío Cid (1140).
Bajo esta apariencia, se asoma en las obras de Gonzalo de Berceo, en el Libro de Apolonio o en El Fuero de Iznatoraf, códice de 1240, referente jurídico durante seis siglos y primer texto oficial con la palabra 'deporte'. Luego, haría mutis por el foro hasta volver a escena como 'sport' de mano de los ingleses a mediados del XIX.
Basilio, el deportista total
Cervantes no usó la palabra 'deporte', pero a lo largo de su producción literaria se recogen más de 200 citas referidas a esta práctica. "No fue deportista, pero le gustaban el juego y las apuestas. En toda su obra trata al deportista con admiración y respeto. Pondera las virtudes de la actividad física. Ahí están, por ejemplo, las menciones a los alentados, los deportistas profesionales de la época", señala Zapico. De pueblo en pueblo exhibían su fortaleza y habilidades a cambio de una moneda, como se reflejan en las Novelas Ejemplares.
En El Quijote, el deportista total es Basilio. El desdichado primer novio de Quiteriaes el más ágil mancebo que conocemos: gran tirador de barra, luchador estremado y gran jugador de pelota; corre como un gamo, salta más que una cabra y birla a los bolos como por encantamiento, tal y como se lee en el capítulo XX de la segunda parte.
A veces el deporte se esconde entre las infinitas andanzas del Caballero de la Triste Figura. "Hay muchas referencias que quizá una persona no versada en Educación Física no descubra entre las metáforas de Cervantes", explica Zapico, con más de 50 años de experiencia en la materia. Asturiano de nacimiento, estudió magisterio. Se interesó por el atletismo y la piragua, como no podía ser de otro modo en Ribadesella. Colaboró con la Federación de Piragüismo junto a Pepe Montes. Se licenció en INEF cuando se unificaron los títulos existentes. Preparador físico del Málaga o el Unicaja, entre otros equipos, retornó a la docencia hasta la jubilación.
Ahora compagina la pintura con el estudio del deporte a lo largo de la Historia. Como el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho, su colección de citas no para de crecer. "Hay muchas. De repente te acuerdas de un pasaje, lo relees y descubres una nueva", señala. Deporte, de principio a fin. En el lecho de muerte, Alonso Quijano escucha estas palabras de Sancho: Cuanto más que vuesa merced habrá visto en sus libros de caballerías cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana. "Es la esencia del deporte. Unas veces se gana y otras se pierde. Esa frase, referida al fútbol, se le atribuye a Santiago Bernabéu", apunta Zapico.
Entre principio a fin, el deporte emerge en consonancia a la realidad de los siglos XVI y XVII. "Los deportes poco tenían que ver con los que se practican en la actualidad. Entonces se podían considerar como tales la caza, la esgrima, las justas y torneos, las fiestas de toros al modo caballeresco...", recoge José Luis Salvador en El Deporte en Cervantes, publicado por la Universidad de La Coruña.
Las menciones a los juegos de caballerías son constantes, por ejemplo, con las justas de Zaragoza. "Es deporte", afirma Zapico. Argumenta su aseveración: "Se dan todos los componentes:hay un convocador, un enfrentamiento físico con resultado incierto, unas reglas, unos jueces, público e incluso apuestas. En nada difieren del fútbol o el baloncesto en la actualidad".
Don Quijote ejerce de juez en un combate de esgrima, además de ser un consumado espadachín. Sus andanzas por la cueva de Montesinos son propias de la espeleología. Y de la orientación, el periplo de Sancho por Sierra Morena. El ajedrez es "un juego de repúblicas bien concertadas. La caza se describe como ejercicio de reyes y príncipes. El lanzamiento de barra, prueba atlética presente en los Campeonatos de España hasta 1963, es el argumento de Sancho para contradecir la idílica concepción de Dulcinea, defendida por DonQuijote. Su fiel escudero la presenta como la antítesis de la feminidad al ser capaz de lanzar comoel más forzudo zagal.
Si hasta el bálsamo de Fierabrás vendría a ser un antepasado remoto del linimento Sloan y sus descendientes, los anti-inflamatorios. Visto lo visto, leído lo leído, deporte hay y mucho en El Quijote. Vale.
Iñaki Redondo (Marca.com)